El idioma del autocuidado: comprensión de los términos del bienestar en el nuevo año

¿Qué significan realmente todas esas palabras de moda acerca del bienestar?
2 amigos practicando el idioma del cuidado propio

En vista de que enero está a la vuelta de la esquina, es la época del año en la que podrías pensar en la nueva orientación que quieres darle a tu forma de ver del mundo. “Año nuevo, vida nueva” es un mantra y a la vez un testimonio de la persistencia con la que creemos en nuestra propia capacidad para cambiar. Y quizás también una manifestación de que estás pensando en hacer del autocuidado una parte central de tu nuevo año. Pero ¿qué es realmente el autocuidado en tu vida diaria? El autocuidado consiste en muchas cosas, y el debate acerca de su verdadero significado y utilidad ha generado muchas polémicas en los últimos años. Últimamente se ha ganado una mala reputación de hacer que las personas ignoren el mundo y se pongan a sí mismas antes que a los demás, pero ese no es el sentido real del autocuidado. A veces se trata de acciones sencillas, como comprar una golosina o bañarse. A veces se trata de beber bastante agua y dormir lo suficiente. A veces se trata de hacer cosas que, aunque son un poco desagradables en el momento, sabes que te llevarán a un estado mejor en el futuro. En la mayoría de los casos, el autocuidado es simplemente cualquier cosa que apoye tu salud física y tu salud mental, y te evite un “burnout” de larga duración. Aunque la comercialización desmedida del autocuidado es bastante reciente, el autocuidado como concepto no es tan nuevo. Es posible que Sócrates haya sido uno de los primeros pensadores relevantes en sentar las bases de la noción de que primero tenemos que llenar nuestra propia taza y después atender a los demás. Pasado el tiempo, en las décadas de 1970 y 1980, esta idea adquirió connotaciones políticas dentro de las comunidades queer y de personas de color (POC). La activista Audre Lorde dijo la famosa frase según la cual “cuidar de mí mismo no es autocomplacencia, sino autopreservación, lo cual es un acto de guerra política”. El movimiento contemporáneo del autocuidado también es algo político. Es posible que ahora esté de moda, pero alcanzó una popularidad especial en las semanas posteriores a las elecciones de noviembre de 2016 en Estados Unidos. En los años transcurridos desde entonces, nos hemos familiarizado igualmente con otras palabras sobre el bienestar que a menudo tienen implicaciones psicológicas o de salud mental. Debido a que estos conceptos pueden parecer algo obtusos y tienden a ser utilizados en exceso, hasta el punto de perder su significado, a continuación te presentamos algunas definiciones prácticas que te ayudarán a comprender el universo del autocuidado. Es posible que puedas llevar estas ideas al 2024 y ver cómo resulta realmente tu “vida nueva”.

El vocabulario del autocuidado (y sus definiciones)

Límites

Culturalmente, estamos reconociendo la necesidad de establecer límites saludables con respecto a los demás. Para lograrlo, a menudo debes comenzar por reconocer tus límites (y luego nombrarlos). Como no existe un enfoque único para todas las personas, no siempre es sencillo establecer que son los “límites”. Para una persona, puede tratarse de no ceder a la presión de responder mensajes de texto o correos electrónicos de inmediato. Para otra, puede ser decir “no” a amigos o familiares que le pidan favores económicos, o tal vez poner fin a una conversación cuando se haga hiriente o abusiva. Los límites son un elemento importante del autocuidado porque cuidar de uno mismo no siempre depende solo de lo que haces, sino también de lo que no aceptas hacer (o de lo que no te responsabilizas).

Válido

“Tus sentimientos son válidos”. “Gracias por validarme”. “Siento que estás invalidando mi experiencia vivida”. Es posible que hayas escuchado estas frases o variaciones similares llenando el discurso de los últimos años. Para que algo sea válido, tiene que ser relevante y significativo, y estar basado en algo que parezca ser verdad. En el pasado, “válido” solía usarse para atribuir una validez legal o lógica. Su aplicación común al ámbito más difuso del mundo de las emociones es un poco más reciente. Y para entender este uso, probablemente sea necesario hablar de por qué necesitamos afirmar la legitimidad de los sentimientos o verdades subjetivas. Muchas veces, insistir en que “los sentimientos son válidos” tiene como objetivo contrarrestar la tendencia a elevar el pensamiento racional por encima del emocional (hasta el punto de que nuestra cabeza invalide por completo a nuestro corazón). Y otras veces es una respuesta a la luz de gas (otra expresión de moda), esa táctica de manipulación usada por algunas personas para hacer que otros sientan que no pueden confiar en sus propias percepciones. En ocasiones también se utiliza el término “válido” para legitimar expresamente identidades o perspectivas que están marginadas en la sociedad. Sin embargo, decir que “los sentimientos son válidos” a menudo tiene un aire de descargo de responsabilidad. Las emociones son reales y vale la pena prestarles atención, pero no siempre constituyen una respuesta adecuada a la situación del momento. Decir que las emociones son “válidas” no es dar carta blanca para hacer berrinches innecesarios. Se trata más bien de recordarle a las personas que no ignoren ni desacrediten sus sentimientos.

Limpiar

Por lo general, verás que “limpiar” y “desintoxicarse” se usan indistintamente, a menudo en el contexto de una dieta temporal destinada a purgar tu cuerpo de toxinas e impurezas. Por supuesto, puedes estar en desacuerdo con la supuesta ciencia que hay detrás de algunas de estas limpiezas, así como con el significado de la palabra “desintoxicación” en este contexto. El hígado se desintoxica automáticamente y el impulso de energía que puedes recibir al realizar una limpieza no es necesariamente el mismo que te procura el proceso físico de eliminar las toxinas de tu sistema. Sin embargo, la “limpieza” puede aplicarse a muchas cosas más allá de la nutrición. Puedes hacer una limpieza de redes sociales dejando de seguir cuentas que te provoquen ansiedad, o simplemente alejándote de Internet. Y puedes realizar una limpieza de tu espacio vital aplicándole el tratamiento Marie Kondo o deshaciéndote de las cosas que asocias con recuerdos negativos. Cualquier área de tu vida que sea propensa a acumular polvo, literal o metafóricamente, es un blanco perfecto para una limpieza.

Desconectar

En la misma línea del concepto de limpieza de Internet, nuestra sociedad saturada de tecnología ha creado un mundo del que ocasionalmente necesitamos “desconectarnos”. Desconectarse por un momento puede tener el significado literal de apagar tus dispositivos electrónicos para obtener un saludable descanso mental del aluvión de las actualizaciones permanentes, la basura de Internet y la presión de ser “observado” todo el tiempo. No es necesario que desaparezcas del mapa para desconectarte en el nuevo año. Desconectarte puede consistir simplemente en desactivar las notificaciones de tus aplicaciones más activas, prohibirte revisar los correos electrónicos del trabajo después de salir de la oficina o evitar una plataforma de redes sociales específica durante un período de tiempo definido.

Burnout

Nuestra cultura laboral ejerce mucha presión sobre las personas para maximizar su productividad en todo momento. Con frecuencia, esta presión es mayor de lo que la salud física y mental de una persona promedio puede soportar cómodamente. La responsabilidad de quedarse hasta tarde en la oficina o tener a veces varios trabajos y aun así sobresalir en todas las demás áreas de la vida puede conducir a un estado de agotamiento total que hemos denominado “burnout” (del verbo inglés “to burn out”: quemarse, consumirse). Puedes estar en un estado de estrés permanente durante un largo período hasta llegar al burnout, pero normalmente, si llegas a él, es porque has estado en el modo de “luchar o huir” de forma prolongada, el tiempo suficiente como para no tener más fuerzas para continuar así. Parte del objetivo del autocuidado es prevenir este tipo de agotamiento. La escritora de BuzzFeed, Anne Helen Petersen, desencadenó una conversación particular sobre la forma como los jóvenes en particular experimentan el burnout, también conocido como “burnout milénico”. La combinación de malas perspectivas económicas, una deuda abrumadora, la demanda constante de nuestra atención en línea y la necesidad de optimizar cada aspecto de nuestra vida ha conducido a un estado de “parálisis ante las cosas por hacer” que puede llevar a los milénicos a percibir tareas aparentemente simples, como enviar un paquete por correo, como una misión de proporciones tan enormes que prefieren evitar en general ir a la oficina de correos.

Mantener el espacio

¿Qué significa “mantener el espacio” para alguien? ¿Y qué significa “mantener el espacio” para la posibilidad de las cosas por venir? “Mantener el espacio” (“hold space” en inglés) es proveer un contenedor receptivo para que otra persona se desahogue depositando en él sus sentimientos o para que acoja nuevas posibilidades que no has considerado o anticipado cabalmente. Para que alguien pueda tener una catarsis adecuada con otra persona, necesita sentirse presenciado. Y para aceptar una posibilidad que no esperabas, necesitas apaciguar tu impulso constante de “saber cosas” y “hacer que las cosas sucedan” y dejar algo de espacio abierto para todo lo que está más allá del estrecho alcance de tu propia voluntad. En cierto modo, esta expresión es simplemente una forma propia de nueva era para describir el concepto de “escuchar”. Con demasiada frecuencia, tendemos a hablar opacando a los demás o a hacer que la conversación gire alrededor de nosotros mismos. En cambio, cuando le das espacio a alguien, le brindas tu presencia calmada y tu atención.

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Steph Koyfman

Steph es creadora de contenido y lleva más de cinco años escribiendo sobre idiomas y cultura para Babbel. Creció en un entorno bilingüe, descubrió su pasión por los libros desde muy pequeña y, más tarde, estudió Literatura Inglesa y Periodismo en la universidad. También habla ruso y español, aunque sus habilidades en esos idiomas están un poco oxidadas.

Steph es creadora de contenido y lleva más de cinco años escribiendo sobre idiomas y cultura para Babbel. Creció en un entorno bilingüe, descubrió su pasión por los libros desde muy pequeña y, más tarde, estudió Literatura Inglesa y Periodismo en la universidad. También habla ruso y español, aunque sus habilidades en esos idiomas están un poco oxidadas.