Trabajos bilingües: cuando hablar otro idioma puede salvar vidas

Hemos hablado con varias personas que usan sus conocimientos de idiomas para ayudar a otras personas y ganarse la vida.
Trabajos bilingües y la importancia de los idiomas

Tratar de comunicarte con una persona cuyo idioma materno es distinto al tuyo puede implicar muchas dificultades: puede que algunas ideas se malinterpreten y que ciertos detalles se pierdan por el camino. Y si se trata de salud, política e incluso, a veces, de asuntos cotidianos, la comunicación puede ser cuestión de vida o muerte. Ese es el motivo por el que la labor de los intérpretes en hospitales, consultas médicas, escuelas, ONG y otros trabajos bilingües es de máxima importancia. Estos profesionales tienden un puente que permite que la información llegue a su destino.


1. Katherine Rappenecker, intérprete en salud mental en una clínica 

“No me considero realmente una traductora”, explica Rappenecker. “Interpretar es una habilidad cuyo dominio requiere mucho más tiempo, puesto que interpretamos en una situación hablada; hacemos nuestra labor en directo y hasta ese momento, no sabes qué dirán los interlocutores”.

Los intérpretes en salud mental tienen una función que sale a relucir de vez en cuando: el papel de mediador cultural. Rappenecker explica que es importante que los intérpretes tengan un buen conocimiento de la cultura, además del idioma. “Algunas veces aparecen problemas que tienen que ver con la cultura”, dice, “así que tratamos de intervenir rápidamente para intentar superar la barrera cultural.”

Kelsey Krueger, una psicoterapeuta que trabaja a menudo con Rappenecker, asegura que los intérpretes en salud mental proporcionan un servicio crucial a los pacientes proporcionándoles un ambiente seguro y cómodo.

“Cuando sobre la mesa hay temas como los traumas, los abusos, la depresión o los ataques de pánico, es esencial crear un clima terapéutico que valide la experiencia humana”, explica Krueger. “La terapia es algo muy personal. La gente me cuenta cosas que jamás le ha contado a nadie. Yo lo respeto y Katherine me ayuda a dar a cada uno de los pacientes, al margen de su origen o su idioma materno, la oportunidad de sentirse realmente comprendidos”.

2. Angelina Klouthis, directora ejecutiva de la Fundación Vicente Ferrer en EE. UU.

La naturaleza del trabajo sin ánimo de lucro hace que la habilidad de hablar otros idiomas además del propio sea algo extremadamente valioso y, a menudo, necesario. Es más fácil forjar vínculos significativos con líderes locales y habitantes de otros países si hablas su propio idioma.

“Creo que el factor decisivo para contratarme fue que tengo un buen dominio del español”, dice Klouthis. “En mi cargo, ejerzo de intermediaria entre la oficina de Estados Unidos y las oficinas de la India y España. Invierto gran parte de mi jornada laboral en buscar modos de trabajar juntos y de compartir campañas que no sean simples traducciones o adaptaciones, sino que realmente tengan sentido para el público estadounidense”.

Klouthis indica que aprendió algo de español en el instituto y la universidad, pero que hablarlo en situaciones reales es lo que verdaderamente le dio una buena comprensión de este idioma. Sin embargo, su aprendizaje va más allá de las habilidades lingüísticas. El trabajo sin ánimo de lucro le brinda la oportunidad de ver partes del mundo que nadie más ve y de contribuir a hacer un mundo mejor.

“Mi vocabulario aumenta a la par que mis experiencias. Mi conocimiento del mundo cambia. Constantemente me inspiran cosas nuevas y resulta muy gratificante tener ese tipo de experiencias.”

3. Josh Stillman, maestro en un centro de secundaria en la ciudad de Nueva York

Josh imparte clases de inglés a chicos de 14 a 16 años. La mayoría de sus alumnos son hijos de inmigrantes puertorriqueños y dominicanos, así que muchos hablan español con fluidez. Sus padres suelen ser hispanohablantes y hablan inglés con limitaciones, si es que lo hablan.

“Si no supiese español, necesitaría la ayuda de un traductor, lo que disminuiría el grado de confianza en mi relación con sus padres”, afirma Stillman.

Puesto que el español tiene numerosos dialectos que difieren de un país a otro, para un hablante extranjero puede ser difícil en ocasiones llegar a comunicarse aunque conozca el español estándar. A veces, Stillman se las tiene que ver con las distintas variedades regionales de la lengua que emplean sus estudiantes y los padres de estos. “Los hablantes nativos de español de diferentes países tienden a usar distintas palabras o estructuras lingüísticas, o tienen distinta entonación, o hablan a más velocidad de la que estoy habituado a oír”, dice Stillman. “Si utilizan demasiados dialectalismos con los que no estoy familiarizado, me pierdo”.

4. Rebecca Aaron, intérprete médica en una clínica 

Hay intérpretes médicos para muchos idiomas distintos y su disponibilidad depende a menudo de la ubicación del centro médico. En la clínica de Aaron, un gran número de pacientes latinoamericanos con pocos o nulos conocimientos de inglés requieren de los servicios de estos intérpretes. Aaron, cuyo idioma materno es el inglés, aprendió español de niña hablando con su niñera mexicana. Lo habla con fluidez, una exigencia para los intérpretes.

“Una de las partes más difíciles de mi trabajo es mantener las emociones separadas de mis interpretaciones clínicas”, cuenta Aaron. “Soy una persona muy sensible y extremadamente empática con los pacientes. Sin embargo, mi tarea principal es lograr que comprendan las palabras y las sugerencias del doctor”.

Pero ¿es negativo sentir empatía con los pacientes? Tal vez pueda encontrarse un equilibrio entre empatizar con los pacientes y asegurar la precisión y la profesionalidad. Esa parece ser la opinión de Aaron.

Es probable que toda profesión que implique ayudar a otras personas nos ayude a sentirnos realizados y el trabajo de Aaron no es una excepción. La intérprete describe su labor como “muy importante y extremadamente gratificante”, a lo que añade que lo es de inmediato al ver que los pacientes pueden comunicarse fácil y cómodamente. A menudo, la gente se siente mucho más cómoda y es más sincera hablando en su propio idioma, y cuando se trata de asuntos serios relacionados con la salud, es esencial que se establezca una comunicación efectiva.

5. Gina Boisse, enfermera titulada en un hospital de Massachusetts

Los enfermeros, en general, están muy solicitados. Los enfermeros tienen diferentes niveles de competencia lingüística, desde los que solo hablan su idioma materno hasta los que, además, dominan uno o más idiomas extranjeros. Boisse se describe como “bastante competente” en español y tiene un nivel de francés casi perfecto. Pero ser una enfermera bilingüe o plurilingüe no implica tanto rigor como ser una intérprete médica.

Boisse apunta una distinción importante respecto al modo en que ella utiliza sus destrezas lingüísticas. Asegura que emplea los idiomas extranjeros “para proporcionar información básica a mis pacientes y sus familias o para ayudarles a cubrir sus necesidades inmediatas”. Sin embargo, no le está permitido usarlos a la hora de hablar de la situación médica de los pacientes, resultados de análisis, pronósticos y otras conversaciones formales.

El trabajo de enfermera es duro, suele incluir jornadas largas y numerosas situaciones difíciles de manejar, pero la recompensa emocional puede ser increíble. Para Boisse, lo importante son sus pacientes. Asegura que los aspectos más gratificantes de su labor son “las buenas sensaciones” que obtiene de ayudar a otras personas y los comentarios positivos de sus pacientes y los familiares de estos.

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