La historia lingüística de las principales ciudades europeas

¿De dónde procede el nombre de las capitales? ¿Por qué traducimos los nombres de algunas ciudades extranjeras? Desde Lille hasta Oporto, Múnich o Moscú: descubre las historias que se esconden detrás de los nombres de estas ciudades y sus traducciones.
La historia lingüística de las principales ciudades europeas

Imagina una ciudad fundada cerca de una isla, en un valle pantanoso. El río que la atravesaba era el Deûle. Y la ciudad, cuyo nombre no destaca por su imaginación, se denominó L’Isle («la isla» en francés antiguo). Luego pasó a llamarse Lille. Y, como sucede, el nombre en flamenco de Lille (Rijsel) es un equivalente directo de «la isla» (Ter IJsel). Pero la isla en cuestión nunca se encontró. Entonces, ¿se trata de una leyenda urbana o una historia real? Nadie lo sabe con seguridad. Pero lo cierto es que detrás de los nombres de las principales ciudades europeas y sus traducciones, hay increíbles historias que merece la pena contar.

Lyon, por ejemplo, no tiene nada que ver con el rey de la jungla. Y Burdeos (del francés Bordeaux) no procede de bord d’eau («agua en el borde). El nombre de ambas ciudades deriva de los antiguos nombres latinos: Lugdunum y Burdigala respectivamente. De hecho, resulta un tanto irónico vincular «Lyon» con «león», cuando una de las teorías asocia el nombre de esta ciudad con la palabra celta lougon… ¡que significa «cuervo»! Se cuenta que el dios celta Lug aparecía en la forma de cuervo. De pájaro a bestia, el significado parece que se perdió con los italianos, que tradujeron Lyon como Lione. Esa es su palabra para el gran felino, tan solo cambian la primera letra mayúscula. Únete a nuestro viaje a través de la historia lingüística de las principales ciudades europeas.

¿De dónde procede el nombre de las principales ciudades europeas?

Originalmente, muchas ciudades europeas tomaron sus nombres de su entorno natural.  En inglés, «mouth» no solo es la parte del cuerpo con la que hablamos, sino también la desembocadura de un río. Y de ahí toman sus nombres ciudades portuarias como Plymouth, Portsmouth y Falmouth.  En holandés, la palabra dam (que significa «presa») es el origen tanto de Amsterdam (presa en el río Ámstel) como de Rotterdam (presa en el río Rotte). De manera similar, el alemán tiene muchos otros sufijos que reflejan esta manera de dar nombre a ciudades:

  • Feld significa «campo», de donde procede Birkenfeld («campo de abedul»), Eichsfeld («campo de roble»), Feldkirch y Bielefeld, entre otras.
  • Fels significa «roca», dando lugar a Braunfels, Felsberg, Rothenfels
  • Bach significa «arroyo», dando lugar a Offenbach, Dietzenbach
  • Burg significa «castillo», dando lugar a Bückeburg, Siegburg, Waldenburg

Ninguno de estos nombres se traduce en francés ni inglés. Aunque, en francés, algunas veces hay un cambio en la ortografía. Burg es bourg en la ortografía francesa, un sufijo que también se observa en Strasbourg y Saint-Pétersbourg. Sin embargo, en algunas ocasiones, la traducción es más compleja.

¿De dónde procede la palabra francesa ville? Ville proviene del latín villa, que significa «casa de campo». Y el término original latino ha sobrevivido para referirse a las grandes casas de lujo. En la Edad Media, a medida que las villas crecieron, se convirtieron en aldeas (villages) y luego en ciudades (villes). Muchas ciudades en los Estados Unidos tienen la misma etimología, como Louisville (literalmente la «ciudad de Louis»), Jacksonville y Nashville.

Entonces, ¿por qué traducimos los nombres de ciudades extranjeras?

Al fin y al cabo, el nombre de una ciudad es un nombre como cualquier otro («nombre» deriva de hecho del latín nomen, que significa «nombre»). Traducimos los nombres de ciudades del mismo modo que traduciríamos nombres comunes, al igual que los nombres de países y algunas personas. Traducir el nombre de una ciudad puede servir para preservar su significado original. Pongamos a Múnich como ejemplo. En alemán, München deriva del dativo plural Munih, que significa «monje» en alto alemán antiguo. Esta etimología no aparece de manera clara en sus nombres en francés o español. Pero es evidente en italiano, donde Monaco (al que a veces se hace referencia como Monaco di Baviera para evitar confusión con el otro Mónaco) significa «monje». De manera similar, la ciudad belga de Mons procede del latín mons (monte). En flamenco se denomina Bergen, que tiene el mismo significado.

Algunas veces, las traducciones se basan más en una transcripción fonética. Este es el caso de las ciudades austriacas de Linz y Graz, que se solían escribir Lintz y Gratz en francés para imitar la pronunciación en alemán.   La historia también nos ofrece algunas anécdotas interesantes.  Oporto, por ejemplo, es una ciudad portuaria en la desembocadura del río Duero, en Portugal. Su nombre sencillamente significa «puerto» en portugués. La ciudad vecina de Vila Nova de Gaia, que en el pasado se llamaba Cale, parece que incluso podría haberle dado nombre al país: Portugal o «Puerto de Cale» (Portus Cale). Y aunque es poco común en la actualidad, los británicos solían llamar a «Porto» Oporto. Aunque lo cierto es que el cambio a Port (puerto) hubiera tenido más sentido. Entonces, ¿de dónde procede la letra extra? O porto significa «el puerto» en portugués. Y el nombre fonético se quedó grabado en el inglés ¡y el español!

En otras ocasiones, los nombres de las ciudades europeas pueden ser engañosos. Podrías pensar que la capital alemana Berlín toma su nombre de la palabra alemana Bär, que significa «oso» (y se pronuncia como «Ber» en Berlín).  En particular porque el oso se ha convertido en el símbolo de la ciudad. Y, sin embargo, parece que el nombre de la capital realmente procede de la palabra del idioma polabo (una lengua eslava extinta) berl, que significa «pantano».

El nombre de una ciudad a veces está estrechamente relacionado con el río que la atraviesa. Solo tienes que contar los nombres de ciudades que acaban en «sur-Seine» en la región de París. Sin embargo, no siempre es posible observarlo en la traducción del francés de estas ciudades extranjeras. Y eso es lo que ocurre con Moscú, que posiblemente sea una de las capitales más traducidas del mundo. Москва (pronunciado «Maskva») en ruso, pero Moscow en inglés, Moskau en alemán, Moscú en español y Mosca en italiano…que, accidentalmente, ¡es la misma palabra que “mosca” (sí, un bicho)! Parece que las ciudades y los animales van de la mano en italiano. En ruso, Москва también es el nombre del río que pasa por el Kremlin. Para diferenciarlo de la capital, las personas algunas veces lo denominan Москва-река (река significa literalmente «río»). El origen de la traducción en francés «Moscou» no está clara, ¡pero además tienen un nombre diferente para el río! En francés, el Maskva se llama el Moskova (muy parecido al español Moscova). Y este no es un caso aislado en francés, ya que los nombres de otros muchos ríos también se traducen. Por ejemplo, el Rhin-Rhein (Rin), el Danube-Donau (Danubio), el Tamise-Thames (Támesis), el Tage-Tajo o el Tibre-Tevere (Tíber).

Se debe apuntar que los nombres de las ciudades no siempre son traducciones, estrictamente hablando. A menudo, los cambios de un idioma a otro son la consecuencia de evoluciones lingüísticas. Así es como la colonia romana (colonia en latín) de Colonia Claudia Ara Agrippinensium se convirtió en Cologne in francés (y luego en inglés) y Köln en alemán.

Hay algunas excepciones raras. De todas las principales ciudades europeas, la única que parece no haberse traducido en otros idiomas es… ¡Madrid!

Este artículo se publicó originalmente en la edición francesa de la revista Babbel.

Aprenda un nuevo idioma hoy.
¡Inténta Babbel!
Compartir: