5 cosas que tienes que saber si te mudas a Alemania por trabajo

Si te has mudado a Alemania por trabajo o estás pensando en hacerlo, no dejes de leerte estos tips para poder sobrellevar el shock cultural que te espera… viel Glück!

Ilustrado por Chaim Garcia

Me mudé a Berlín en 2011 y, quitando un año sabático, llevo trabajando en esta increíble ciudad unos cinco años. ¿Qué he aprendido en todo este tiempo, a parte de que para sentirse a gusto aquí debería de aprender alemán?

La idea que me había hecho sobre Alemania (una idea basada en los rumores que escuchaba) era aquella de una sociedad rigurosa e infalible, donde los horarios se cumplen, el espacio de cada uno se respeta y las normas de una oficina se siguen a rajatabla.

Me equivocaba. Es cierto que a la hora de trabajar son muy rigurosos, pero lo que me había imaginado se parecía más a una película que a la vida real.

Te regalo una dosis de realidad, esta es la lista de las cosas que me habría gustado saber antes de mudarme aquí:

1. Respeta el turno de palabra: ni se te ocurra interrumpir

Esto puede parecer algo muy básico, ya que interrumpir a la persona que está hablando es de mala educación y nuestros padres nos enseñaron en su momento a no hacerlo.

La cuestión es que en Alemania ya no es solo un tema de educación, sino que el idioma es tan complicado que su propia estructura te obliga a escuchar hasta el final. ¿Y cómo funciona eso? Bueno, pues a parte del hecho de contar con muchos verbos que se dividen en dos palabras separadas y que se combinan de diferentes maneras, lo más importante sería mencionar que en algunas oraciones los verbos se ponen al final de la frase. Es decir, de nada sirve escuchar “He un libro interesante” sin escuchar “comprado / encontrado / leído”, ya que es lo que da sentido a la frase. Por esta razón tan práctica, mejor no interrumpir y escuchar pacientemente. Y sé que eso puede costar mucho trabajo… ¡Empieza a mentalizarte!

2. La flexibilidad por encima de todo

En Italia nunca he trabajado mucho tiempo seguido en la misma empresa, así que tampoco sabría decir al 100 % cómo trabajan mis compatriotas. Eso sí, puedo afirmar que allí se lleva mucho eso de quedarse lo máximo posible en la oficina, calentar la silla y tener el ordenador encendido como si eso fuera sinónimo de trabajar duro y mucho. No sé vosotros, pero cuando la cuestión es perder el tiempo porque sí, yo me vuelvo muy impaciente. ¿Por qué no aprovecharlo en algo que tenga sentido?

En Alemania, afortunadamente, esto no sucede: a todo el mundo se le exige trabajar las horas previstas, pero una vez terminada la jornada laboral, la persona se puede ir tan pronto como quiera, siempre y cuando cumpla con los resultados previstos. Por ello son varias las empresas donde los horarios de trabajo son flexibles para que los trabajadores puedan gestionar su propio tiempo. Gracias a eso es fácil combinar la vida laboral con la familiar, con actividades deportivas, viajes o lo que sea.

¿Crees que la flexibilidad laboral es peligrosa? ¡Para nada! La productividad es mucho más alta.

3. Tener “los papeles” en regla

Si bien tener una titulación en un campo específico no es un requisito indispensable para conseguir un trabajo, es verdad que a los alemanes les encantan las cartas de recomendación y el papeleo en general. Eso sí, un título aislado no valdrá de nada si no viene acompañado de la “garantía” de tu exjefe o de tu exprofesor.

Se puede dar el caso que en una entrevista de trabajo, otro candidato con menos titulación pero más recomendaciones y experiencia que tú consiga el empleo. Esto no quita que a la hora de desempeñar ese trabajo saques a relucir toda tu experiencia y brilles como solo tú sabes, pero será mejor que de ahora en adelante ese brillo vaya acompañado de papeles con firmas que te recomienden como quien recomienda un buen libro.

No os toméis este consejo al pie de la letra, Berlín es una ciudad muy internacional y las rígidas costumbres alemanas poco a poco, y gracias a la influencia de los que venimos de fuera, se van relajando. Después de todo, está muy bien eso de que te den la oportunidad de demostrar tu talento creativo e innovador una vez está el contrato firmado.

4. Olvídate de las estaciones del año

Como decía nuestro colaborador Federico, en Alemania la temperatura no es para nada el indicador para saber cómo nos debemos vestir. El razonamiento aquí es bastante simple: si es invierno hace frío, si es verano hace calor. No hay medias tintas y esto se traduce, cómo no, al entorno de trabajo: de noviembre a marzo las ventanas se tienen cerradas a cal y canto, aunque afuera brille el sol y hagan 30 grados. Sucede de la misma manera en los meses restantes, pero al contrario, si en julio hace un frío horrible (cosa bastante común aquí en el norte de Europa) y te harían falta calcetines y hasta guantes, aquí la gente lleva sandalias (con los dedos casi gangrenados, eso sí) y las oficinas tendrán sus ventiladores religiosamente encendidos.

Alguien tiene que decirlo: nuestra percepción del frío es radicalmente diferente.

5. Fruta, futbolín y café

Los alemanes le dan mucha importancia a la conciliación entre vida laboral y vida privada, como debería de hacerse en el resto del mundo. Las oficinas de aquí procuran mantener el bienestar de sus empleados con pequeños detalles que hacen que la jornada laboral sea un poquito más llevadera. Por ejemplo, en la empresa donde estoy ahora hay una sala de relax, una habitación para hacer yoga o jugar una partida de futbolín y ping pong, etc. Las empresas alemanas siempre ofrecen varias bebidas gratis entre las que se encuentran varios refrescos, café y té, además de fruta y a veces también cereales o muesli.

Es verdad que esta tendencia se está expandiendo, pero recuerdo que al llegar a Alemania todo esto me parecía rarísimo. Acostumbrada a pagar 30 céntimos por un café de máquina, todas estas cosas gratis que para todos eran “normales”, a mí me parecían una locura. Después de casi 6 años en este país, creo que me he malacostumbrado demasiado y me sería casi imposible renunciar a estos “lujos”.

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